miércoles, 28 de enero de 2015

¿Cuántas veces he dicho que...?

Empiezo con lo de siempre. Vuelvo a escribir por una temporada, empiezo etapa de cambios en mi vida y quiero documentar los. No voy a decir que lo voy a hacer todos los días, probablemente sea mentir de mala manera así qué, allá voy.

Hoy ha sido el primer día diferente después de dos meses duros, dos meses en los que me he dejado llevar por la ansiedad, he vuelto a ganar los kilos que tanto me costó perder. Y ya no es el peso lo que me importa, lo que de verdad me molesta es que me he perdido a mi misma. Me fui perdiendo a mi misma y no fui consciente, en realidad creo que sí, pero no quise ser consciente.

Más o menos todo empezó en el aniversario de la muerte de mi hermano, ya era oficial. Había pasado un año desde que toda la pesadilla de mi 2013 se hacía realidad, y la realidad es una buena hostia en la cara, que cala por dentro y llega hasta puntos en los que no sabes que puedes sentir dolor.

Después del aniversario, llegaron las navidades y... Fue el principio del fin. En ese momento me derrumbe, cabe un pozo demasiado profundo y lo tape con un millón de miedos e inseguridades. Me hice daño, y lo peor de todo, creo que me quise hacer daño, sentía que me merecía el daño.

Después de navidad, fue duro volver a la rutina. Las consecuencias de la navidad y el aniversario vienen dadas por mi falta de concentración y la sensación de inestabilidad que me acompaña en el día a día.

Ayer intenté enfrentarme a todo.

Mi decisión valiente como desesperada fue apuntarme a un gimnasio con mi novio. La explicación es la siguiente. Los dos estamos con una ansiedad y una inseguridad aplastantes y necesitamos ganar en salud y en confianza en nosotros mismos. Hoy he empezado yendo a la piscina. Mañana probaré el gimnasio por primera vez.

Espero de verdad conseguir mi meta y trepar por el pozo. Hasta aquí. No quiero seguir hundiéndome. Ya basta.